viernes, 5 de diciembre de 2008

Ítaca


Qué buscábamos, dime, quienes éramos,
cuando las risas giraban en torno al baile de estrellas,
y el enjambre de bares amortiguaba
la desoladora quietud del muelle.
Entonces bordábamos con nuestras manos
bellos estandartes de furia,
de las señales se creaban banderas,
blancos y puros lienzos
que delimitaban incontrolables horizontes.
Cuéntamelo al oído, hospiciano faro,
dime quién era yo, dónde estábamos,
en qué momento se apagaron las luces y nos marchamos,
esquivando arrugados charcos con brillantes zapatos nuevos.
He soñado con el rompeolas, y tú, desde el mar, me sonreías…
Mis ojos guiaban entonces tu callada luz hasta la arena.
Es necesario morir.
Dame tu mano.
Gritemos hoy, al fin, y por última vez: tierra.
Los cuerpos son siempre devueltos por el mar
¡Tierra!




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