Si digo: "degolasta"
florecen árboles
en mi garganta,
se suelta el nudo
tras la metáfora,
nace un nido de versos.
.
Venid conmigo,
alegres degolásticos,
mirad cómo gotea
la ciudad de las gárgolas,
cómo se agrietan
sus brocados de niebla;
la lluvia es hoy
seda que viste
su esqueleto de piedra.
.
Conservo entre los pliegos
de un libro mágico
la flor secreta,
celeste almendra
de la que se alimentan
aquellos nombres.
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