miércoles, 31 de diciembre de 2008

Iria

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Él sobrevive.
No desaparecerá su aleteo frenético sobre vuestras cabezas,
no se exaltarán la compasión y la cordura,
no se impondrá el silencio delante de la estatua ideal,
mientras sigan flotando plumas en el viento.
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Olvidáis las heridas hechas de palabras,
olvidáis el dolor y la fragilidad del cristal,
la soga anclada a esta tierra,
una voz, esas uñas, mi pelo,
aquel corazón, esta voluntad,
nuestra memoria.
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Olvidáis el bendito hierro.
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