viernes, 2 de enero de 2009

Iria: Hambre canina

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¡Es oro líquido,
exactamente
igual que tú!
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Me arrodillo ante la hierba,
siento el deseo
de acariciarla,
desnudar este cuerpo
y revolcarme
en la verde frescura
de tu dulce aliento,
como harían los perros.
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¡Ni siquiera así
conseguiría mojarme!
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Prométeme que
lloverás siempre.
Regálame un paraguas
para que siga
siendo tan inocente.
¡Quizás podrías darme
la marca de tu pasta,
la de los dientes!
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Es una broma,
mi bello idiota,
quería demostrarte
lo mucho
que te quiero.
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Más bien recordártelo,
encía sensible,
labio sangriento,
cuidado con la carne
porque hoy
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¡te muerdo!
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