miércoles, 12 de mayo de 2010

Intactos, hasta el alba

Descansa en ti la noche,
con sus dedos de terciopelo guarda
recuerdos en estantes.
El ruido ya no es retorcido anzuelo
en el asfalto, grito enmudecido
por motor de automóviles,
sino lenguas de tierra,
túneles con dirección primavera,
semáforos en flor.
De niña desenterrabas miñocas,
colgaban del sedal
hundidas en el agua:
era fácil morder
o callarse la boca.
Sin embargo ahora la sangre se agarra
como la hiedra a ti,
los ríos azules de tus muñecas
ya conocen el rastro de los árboles
ocultos en cemento,
intuyen su vértigo de cascada;
pero allí permanecen,
intactos, hasta el alba.
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