miércoles, 20 de enero de 2010

Faro de cabo Vilán



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La noche es abrazo de tempestades
y en la distancia, el resplandor inmóvil
de su cuerpo, ofrenda de oro que pone
límites al mar, se alza
en la pétrea torre
como vieja Penélope
enfurecida con la sal del viento,
todavía tejiendo acantilados,
amarrados los hilos siempre
al regreso; es su mayor victoria
un lejano barco que vira,
la menor, la mujer
llorosa que suspira
por el arrullo lácteo
de una canción nunca olvidada,
por el ahogo de sueños
en las playas de la mañana.


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