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Necesito escuchar en el silencio narcótico
de esta última noche
un poema que me conmueva.
Sé que bajo los escombros de la infancia
la vieja casa late y respira.
Crujen las vigas de madera
y cada paso puede significar
estar perdida, Altazor.
No me importa.
Soy la terca y rotunda grieta
que ama sus palabras,
que las defiende y significa,
que quiere y desea
que quiere y desea
su propio nombre.
(Bajo la crisálida el ruido de los trenes,
la orquesta invertebrada de la noche,
ladridos lejanos y el sosegado péndulo
de un reloj)
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Padrón, 29 de junio de 2013
Xoel López: Hombre de ninguna parte
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1 comentario:
Aunque tengas que esperar a que los duendes duerman, sigue contando. Llena el silencio con tus versos.
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